miércoles, 30 de marzo de 2016

Khalil Hawi y el trágico final de un sueño


Khalil Hawi (1919-1982) fue un poeta libanés, uno de los más destacados renovadores de la poesía árabe, junto con Adonis -eterno aspirante al Nobel- y otros tantos que abandonaron la rima tradicional de la poesía árabe y cambiaron su temática e imágenes. Hawi merecería un biopic. Su vida refleja las turbulencias de Oriente Próximo. A los trece años tuvo que abandonar la escuela y trabajar como cantero en Siria. Años después pudo retomar sus estudios y consiguió una beca para estudiar en Cambridge, donde consiguió doctorarse en literatura. Volvió a Líbano como profesor en la Universidad Americana de Beirut. Fue durante un tiempo miembro del Partido Social Nacionalista Sirio y más tarde defensor del panarabismo, del que también acabo bastante decepcionado. Vivió la época dorada de Beirut durante las décadas de los cincuenta y sesenta, cuando la ciudad era el centro cultural del mundo árabe y el hogar de muchos poetas, pero también fue testigo de las sucesivas catástrofes políticas que aniquilaron el sueño del renacimiento árabe. Hawi dedicó su poesía, llena de símbolos, a ese sueño del renacer de la civilización, y también a sus fracasos."¿Dónde están los árabes?" cuentan que preguntó el mismo día que optó por quitarse la vida un mes después de que los israelíes invadieran Líbano en 1982. Muy teatral, muy trágico, aunque en realidad ya lo había intentado antes.

Aquí un fragmento de uno de sus poemas más conocidos, El puente:
(Traducción propia)

¿Por qué se rompe nuestra casa en dos
y un mar fluye entre lo nuevo y lo viejo,
parte las entrañas,
desgarra las raíces?        

¿Cómo permanecemos bajo un solo techo
 y entre nosotros hay mares... un muro,
un desierto de fría ceniza
y de hielo?

¿Cuándo saltaremos desde sótanos y cárceles?
¿Cuándo, Señor, seremos más fuertes
y construiremos con nuestras manos
nuestra nueva casa libre?

Cruzan ágiles el puente al alba.
Mis costillas les extienden un puente firme
desde las cavernas y las ciénagas de Oriente
hacia un Oriente nuevo,
mis costillas extienden un puente firme.

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